Por Antonio Rossi
En medio de la causa judicial que lleva adelante el juez federal Daniel Rafecas por presuntas irregularidades en la adquisición de las cañerías y las renovadas promesas oficiales de que no se afectarán los plazos de la obra, en el ámbito de las empresas constructoras y de ingeniería gasífera prácticamente nadie apuesta a que el gasoducto Néstor Kirchner en Vaca Muerta estará listo y habilitado antes del próximo invierno.
A la demora transitoria que surgió por la judicialización de la obra y el atraso que arrastran las licitaciones segmentadas del proyecto que llevan adelante los funcionarios de la estatal Enarsa se agregan otros dos factores relevantes que aún no ha sido resueltos y que prometen estirar más allá de mediados de 2023 los tiempos de construcción del gasoducto.
El primero involucra los trámites relativos a la liberalización de traza que incluyen convenios de servidumbre de paso, expropiaciones parciales, acuerdos para cruzar rutas y ferrocarriles y las aprobaciones ambientales de cada jurisdicción provincial.
A eso se agrega un segundo elemento clave referido a la logística de transporte que será necesario implementar para trasladar los caños desde el Gran Buenos Aires a las zonas de obras a medida que vayan avanzando los trabajos desde la localidad neuquina de Tratayén hasta la bonaerense Salliqueló.
Gasoducto: una obra ambiciosa y necesaria
El gasoducto -que el Gobierno bautizó como "Presidente Néstor Kirchner", pero que la oposición quiere renombrar como "Energía Neuquina"- está destinado a aumentar la capacidad de transporte de gas natural desde el yacimiento de Vaca Muerta hasta los centros de mayor consumo de la región metropolitana del AMBA y las provincias de Buenos Aires y Santa Fe.
En una primera etapa permitirá transportar 24 millones de metros cúbicos adicionales por día y demandará una inversión que oscila entre los u$s 1.300 y 1.500 millones. En una segunda etapa, se prevé incrementar la capacidad de transporte a 40 millones de metros cúbicos diarios con un paquete de obras valuadas entre u$s 1.200 y u$s 1.500 millones que extenderán el gasoducto desde Salliqueló a la santafesina San Jerónimo.
El cronograma inicial del múltiple proceso licitatorio de la obra delineado por la conducción de Enarsa -que encabeza el santacruceño K, Agustín Gerez-viene retrasado. Hasta el momento, la única licitación cerrada y adjudicada es la correspondiente a la provisión de las cañerías. Con una sola oferta de u$s 436 millones, fue ganada por SIAT-Tenaris, la empresa del grupo Techint que, tras el conflicto desatado por el ex ministro de Producción, Matías Kulfas, ha quedado involucrada en la investigación judicial en curso.
Solo resta la firma definitiva del contrato de compra y el pago de un anticipo de u$s 150 millones para la importación de las chapas de acero provenientes de Brasil.
Más ofertas bajo análisis
En tanto, aún continúan bajo análisis las ofertas que se recibieron en las licitaciones para la adquisición de válvulas, electrodos, mantas termocontraíbles, tramos de medición, cromatógrafos y otros elementos necesarios para el montaje del gasoducto. En el caso de las válvulas, ya se sabe que será declarada desierta y que se deberá efectuar una nueva convocatoria.
A su vez, la licitación más jugosa correspondiente a las obras civiles, valuadas en alrededor de u$s 800 millones, recién se puso en marcha hace una semana.
El paquete que comprende "los servicios de ingeniería, la provisión de materiales y la construcción de las obras" de la primera etapa del gasoducto quedó dividido en cinco bloques y las empresas interesadas deberán arrimar sus cotizaciones el 8 de julio.
Plazos que no lograrán cumplirse
Más allá de la tardanza de esas licitaciones que tornan casi imposible que el gasoducto se encuentre terminado para junio del próximo año -como siguen sosteniendo los funcionarios de Energía y hasta el presidente de la Cámara de Diputados, Sergio Massa-, los que conocen el paño de este tipo de obras de infraestructura destacan que desde el inicio concreto de los trabajos se necesitan, mínimamente y con viento a favor, 15 meses de trabajos para poder empezar a inyectar gas en las cañerías.
Para que se puedan concluir las obras y habilitar el gasoducto en ese período de tiempo ya tendrían que estar resueltos y planificados los dos obstáculos intrínsecos del proyecto que los funcionarios todavía no han abordado a fondo.
En lo que respecta a los trámites legales previos al comienzo de los trabajos, Enarsa debe gestionar y abrochar numerosos convenios con los propietarios privados de los terrenos por donde pasará el gasoducto y una serie de acuerdos con otros entes estatales a cargo de redes de transporte que serán cruzadas por el tendido de los caños.
Con los dueños de los campos, tiene que definir los convenios por permiso de paso y servidumbres para poder liberar la traza. En caso de no se arribe a un entendimiento, deberá proceder a expropiar las superficies afectadas a la obra "por utilidad pública", con las consiguiente demoras administrativa y judicial que implicarán cada trámite de ese tipo.
Con los gobiernos provinciales y municipales, los funcionarios de Enarsa tendrán que suscribir los acuerdos correspondientes para la utilización de los caminos públicos no mejorados, los camiones de superficie dura, las rutas y autopistas que se encuentren dentro de cada jurisdicción.
A su vez, de Vialidad Nacional y el área de ferrocarriles del ministerio de Transporte deberán obtener las autorizaciones y habilitaciones para que el tendido de los caños pueda atravesar las rutas nacionales y los ramales ferroviarios que encuentre a su paso. A eso se agregan los permisos y aprobaciones ambientales provinciales para poder cruzar los ríos y cursos de agua que aparecen en la traza.
Gasoducto Néstor Kirchner: qué deparará el futuro
Hasta ahora, esas tareas se encuentran en pañales y la intención de Enarsa es salir a contratar a estudios privados de abogados, ingenieros y escribanos para que se lleven adelante esas cuestiones.
La otra arista que deberá funcionar casi a la perfección y que aún no se ha empezada a planificar es la vinculada con la logística para el transporte de los caños desde la planta de Siat-Tenaris en Valentín Alsina hasta los distintos frentes que se irán montando para las obras.
Para cumplir con los tiempos de instalación del gasoducto que estipuló la administración de Alberto Fernández, se necesitaría un movimiento operativo mínimo de entre 80 y 100 camiones diarios en las rutas para trasladar los caños necesarios que permitan mantener un ritmo de avance de 6 kilómetros por cada jornada de trabajo.
Esa semejante movida logística sólo sería posible con un preciso mecanismo de relojería que no tenga que afrontar los dos problemas más graves que actualmente afectan al transporte de cargas por la inacción del Gobierno: la falta de gasoil y los cortes de rutas y calles que realizan en forma recurrente los movimientos piqueteros.
Fuente: iprofesional.com