Por Antonio Rossi
A través de la secretaria de Energía, Flavia Royón, el ministro equilibrista de Economía, Sergio Massa, salió a desplegar una nueva y generalizada campaña destinada a ampliar la cantidad de hogares que podrán mantener subsidiados los servicios de energía eléctrica y gas. Lo hizo en medio del caos por los cortes de luz de Edesur, que llevaron al público afectado a salir a la calle a protestar; de los anuncios de sanciones extremas del ente regulador a la distribuidora eléctrica del grupo italiano Enel que no terminan de concretarse y del calentamiento de la discusión electoral.
Se trata de una movida contrarreloj para identificar y empadronar dentro del régimen de subsidios a aquellas cuentas residenciales de todo el país que por diversos motivos quedaron encasillados en el segmento 1 de altos ingresos. El objetivo es hacerlo antes de que comiencen a aplicarse los nuevos ajustes tarifarios que el Gobierno acordó con el FMI y los otorgados para las dos firmas que prestan servicios en el Área Metropolitana.
A cambio del visto bueno de las autoridades del Fondo al reciente reseteo de las metas fiscales y de acumulación de reservas, el ministro de Economía, Sergio Massa, se comprometió a acelerar el esquema de eliminación de subsidios tarifarios en los servicios de luz y gas a los hogares de mayores ingresos, comercios e industrias que había quedado ralentizado desde principios de año.
En setiembre pasado, el Gobierno puso en marcha un cronograma de quita de subsidios para los hogares de mayor poder adquisitivo que comprendía tres incrementos bimestrales. Los dos primeros ajustes se implementaron tal como se había anunciado, pero el tercero y último, que estaba previsto entre enero y febrero, quedó a mitad de camino con una poda de subsidios inferior a la pautada.
A diferencia del servicio de gas, donde ya están afrontando la tarifa plena, los usuarios residenciales enmarcados en el Nivel 1 siguen recibiendo un subsidio en la factura eléctrica del 35%. En los casos de los hogares encuadrados como N2 (de bajos ingresos) y N3 (agrupa a los sectores medios), el nivel de subsidios oscila entre el 60% y 78%.
La eliminación total de los subsidios para clientes de mayores ingresos y sectores medios del AMBA que consumen más de 400 kWh mensuales, que el equipo económico acordó con el FMI llevar a la práctica a partir de mayo, va camino a representar un nuevo aumento promedio del 60% en las facturas finales.
A esa suba en el precio de la energía mayorista se agregarán los dos aumentos aprobados para los usuarios del AMBA que irán a parar a las cajas de Edenor y Edesur. A principios de marzo y con los cortes de luz a pleno, el ENRE, piloteado por el también massista Walter Martello, les concedió a las distribuidoras metropolitanas una recomposición de sus ingresos específicos del 108% a partir de abril y otra del 74% que se aplicará desde junio. Según los cálculos de la consultora Economía y Energía, esos aumentos van a tener un impacto final en las facturas que oscilaria entre el 89% y 132%.
Los costos (políticos)
Preocupados por el golpe en los bolsillos y el costo político que deberán enfrentar cuando rijan esos ajustes, el staff de Energía advirtió que habría alrededor de 1,5 millón hogares anotados como N1 asentados mayoritariamente en la región metropolitana del AMBA que estarían en condiciones de conservar los subsidios y quedar transitoriamente al margen de los aumentos.
Los datos oficiales del Registro de Acceso a los Subsidios a la Energía (RASE) indican que, de las 15,8 millones de cuentas residenciales que a nivel nacional están conectadas a las redes eléctricas, casi 5,4 millones de hogares –casi el 34% del total- figuran alistados en el segmento N1 de mayores ingresos.
En tanto, en la columna de los hogares de bajos ingresos N 2 aparecen 7,7 millones de hogares que representan casi el 49% del total y en el bloque N3 de los sectores medios quedaron agrupados otros 2,8 millones de hogares que equivalen a casi el 18% del universo residencial.
N1 inflado
Según el análisis del equipo energético, la cantidad de hogares N1 se encuentra fuertemente distorsionada con un 10% más de usuarios que no deberían estar en esa posición.
Se trata una gran cantidad de hogares de ingresos bajos que por desconocimiento o carencia de conexión informática o por no perder el acceso a la compra mensual de dólar oficial todavía no se anotaron en el régimen de subsidios y automáticamente quedaron ubicados en el segmento más alto.
Con la campaña lanzada por internet y redes sociales y con mesas explicativas en estaciones de trenes y sedes municipales, Energía apunta a reducir el segmento N1 para que los aumentos prometidos al FMI y los que ya están acordados para Edenor y Edesur impacten en una menor cantidad de hogares y repercutan lo menos posible en la campaña electoral.
El mapa federal
Más allá de que el objetivo principal del Gobierno esta focalizado en el Gran Buenos Aires, el panorama desagregado por provincias que muestran las planillas del RASE contiene varios datos llamativos.
Por encima del promedio nacional del 34%, los registros más altos de los hogares N1 se dan en la Capital Federal, con el 47,3%; en la provincia de Córdoba, con el 42,1%, y Tierra del Fuego, con el 41,6%. Les siguen Neuquén (41,5%) y Entre Ríos (39,2% de los hogares considerados de mayores ingresos que tendrán una quita total de subsidios).
A su vez, el bloque de provincias donde los hogares N1 representan entre el 20% y 35% de la clientela residencial está integrado por Santa Fe, Catamarca, Santiago del Estero, Mendoza, Tucumán, Chaco, Formosa, Salta, Jujuy, Río Negro, Buenos Aires, La Pampa, San Juan, Corrientes, Misiones, Chubut y Santa Cruz.
En tanto, en el lote de las provincias que tienen la menor cantidad de hogares de altos ingresos quedaron solo San Luis, con el 13,9%, y La Rioja, donde apenas el 10% de las cuentas residenciales pasarán a abonar la tarifa plena.
Nota Editada en LetraP