Por Antonio Rossi
El nuevo surtidorazo del 27% promedio que las petroleras aplicaron a las naftas y al gasoil en las primeras horas de 2024, y luego de que la administración de Javier Milei liberara el precio de los combustibles, ya comenzó a generar un efecto dominó en los costos de la actividad rural y en los gastos operativos de las empresas que transportan cargas y personas.
Cuando todavía no habían acoplado el último ajuste de mediados de diciembre; las empresas agropecuarias y quienes tienen camiones y ómnibus se toparon con un nuevo aumento del gasoil que, como mínimo, implicará en enero un aumento de los costos de operación del 15% al 20%; y que no tardarán en trasladarse a las tarifas de fletes y a los precios de los boletos de micros de corta y larga distancia.
Las petroleras quedaron con las manos libres para remarcar los precios de los surtidores en cualquier momento, luego de que Milei ganara el ballotage. Antes de su desembarco en la Casa Rosada, las naftas y el gasoil acumularon dos ajustes del 12% y 18%. Luego de la devaluación implementada por el ministro de Economía, Toto Caputo, volvieron a subir casi un 40% promedio; y, ahora, pegaron otro salto de 27%, alcanzando un aumento cercano al 110% en los últimos 45 días.
El impacto en tres sectores
El consultor de agronegocios, Ernesto Ambrosetti estimó que la nueva suba del gasoil le costará al campo un desembolso adicional de $600.000 millones anuales, para poder mantener sus actividades. “Por cada peso que aumenta el gasoil, el agro le transfiere al sector energético y a los gobiernos, a través de impuestos y tasas, el equivalente u$s3,6 millones que se restan de sus ingresos, con los cuales debe afrontar los costos mayores de transporte y comercialización que provoca el incremento del combustible en esos sectores”, detalló el especialista.
El índice de costos operativos que elabora la Federación Argentina de Entidades Empresarias del Autotransporte de Cargas (Fadeeac) cerró diciembre con una suba récord de 28,83%. Con esa marca, la variación anual también alcanzó un nivel récord del 247,6%, el doble del registrado en 2022. Junto con el gasoil que subió un 63,3% en el año, las empresas de camiones pagaron en diciembre un 70,4% más en lubricantes; un 39% más caros los seguros y un 32% más en la compra de neumáticos.
Para enero, además del aumento del gasoil, también deberán hacer frente a un reajuste salarial acordado del 27%. Solo esos dos rubros operativos ya perfilan un incremento de los costos para la primera quincena del orden del 15%.
En los ómnibus de larga distancia, el reajuste del gasoil impactará en los pasajes entre un 10% y 12%, de acuerdo con las estimaciones del empresariado del sector. Desde el inicio de diciembre, las tarifas al interior y a los centros turísticos acumulan una suba que oscila entre el 25% y 50%.
Quién paga la diferencia
En cuanto a las líneas urbanas del Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA), el retoque del gasoil se dio en medio de la indefinición oficial que existe sobre las nuevas tarifas y los recortes de subsidios que anunciaron Milei y Caputo. Hasta el cierre de 2023, los números de las cámaras empresariales, reconocidos por el ministro de Infraestructura Guillermo Ferraro y el titular de Transporte Franco Mogetta, indicaban que la tarifa plena promedio era de $800 por viaje. De ese valor, quienes viajan vienen abonando menos del 10% y el resto corresponde a los subsidios tarifarios.
Ahora, por el incremento del gasoil, la tarifa plena estaría superando los $ 900. La pregunta que se hace el empresariado es quién pagará la diferencia: las personas usuarias con un aumento adicional al nuevo boleto mínimo de $77, que correrá desde el 15 de enero; o el Gobierno con un mayor desembolso de subsidios.
Nota Editada en LetraP