Este campo podría convertirse en «una nueva base de recursos», según la televisión estatal CCTV, mientras que analistas apuntan a que aportaría casi un tercio de la producción total de petróleo y gas del país asiático, dependiente en buena medida del crudo importado desde países como Rusia (19% del total) o Arabia Saudí (15%).
En 2023, China produjo unos 208 millones de toneladas de crudo e importó otros 564 millones, por lo que la tasa de dependencia de importaciones supera 70%.
El país asiático es el mayor comprador a escala global de petróleo debido a la alta demanda derivada de su condición de número uno en la tabla de productores industriales del planeta.
Ante las tensiones e incertidumbres en el panorama geopolítico, las autoridades chinas están tratando de impulsar la autosuficiencia en campos estratégicos como el energético, con esfuerzos renovados por hallar yacimientos de petróleo o fuertes inversiones en fuentes de energía alternativas que ayuden asimismo a cumplir con los compromisos en materia de reducción de emisiones de carbono.
«China también está explorando nuevos tipos de combustibles fósiles como el gas de lutita o el ‘hielo combustible’, por lo que su demanda de petróleo alcanzará un punto de inflexión», aseguró el presidente del laboratorio de ideas Guangdong Society of Reform, Peng Peng.
El analista alude al impulso de Pekín hacia tecnologías como los vehículos eléctricos, las baterías de litio o las células fotoeléctricas para reavivar la economía, reducir la demanda de petróleo y rebajar las emisiones de carbono.
Según datos del Ministerio de Recursos Naturales, las reservas de petróleo de China alcanzaron unos 3.800 millones de toneladas en 2022, lo que la sitúa en el decimotercer puesto con 1,58% del total global.
Las reservas chinas equivalen únicamente a 9% de las de Venezuela o a 10% de las de Arabia Saudí, los dos líderes de la tabla, apunta South China Morning Post.
Fuente: > El Nacional